martes, 13 de marzo de 2012

6. DECADENTISMO

BAUDELAIRE Y EL ESPÍRITU DECADENTE




















A partir de 1880, el sentimiento de crisis de acentúa.  Los artistas comienzan a asumir la idea de encontrarse al final de un proceso vital y ante la disolución de una civilización.  Se lamenta de pertenecer a una cultura envejecida y cansada.  Se apodera de ellos una auténtica embriaguez de ruina; el ambiente se carga de tedio por la vida, de atracción por el abismo, placer por la destrucción.  Para los decadentes todo es abismo, todo está lleno de miedo a la vida y de inseguridad.  Para ellos, la sociedad burguesa de la época es completamente extraña.

El poeta francés Charles Baudelaire representó el arquetipo del decadente.  Era la imagen de hombre perezoso y egocéntrico, próximo a la madurez y sin ninguna realización auténtica en la vida; oportunista en asuntos sentimentales; bien vestido, aunque algo excéntrico; aburrido, muy aburrido, después de haber experimentado todas las ideas y experiencias y haberlas reducido todas al mismo vacío.  El decadente es el hombre suprasensible, hechizado por la crueldad de su tiempo y la inminencia de la muerte, embelesado en sí mismo y atraído por los incomprensibles límites de la vida, de lo diabólico y de lo divino.

El poeta Paul Verlaine expresa perfectamente en su poema languidez el espíritu de la decadencia...

LANGUIDEZ
Yo soy aquel Imperio decadente,acabado,
que ve a los rubios bárbaros poderosos pasar
componiendo un acróstico indolente y dorado;
en su lánguido estilo viene el sol a danzar.


Mi alma solitaria, mi corazón cansado.
¡Cuánto hastío!  A lo lejos, un continuo luchar.
¡No poder, de tan débil, ni anhelar lo soñado!
¡Que esta vida florezca, ni querer ni esperar!


¡No querer, no poder, ni morir tan siquiera!
¿Aún ríes, Batilo?  He vaciado mi vaso,
he apurado mi copa. ¡Nada más ya diré!


Sólo un necio poema para echar a la hoguera,
un esclavo tan sólo que ya no me hace caso, 
sólo un tedio que aflige sin que se sepa por qué.


Además de su postura rebelde frente a la sociedad burguesa adoptaron el estilo del  Dandismo...

Un dandi  es un hombre que se considera elegante y refinado, y cuya actitud ante la vida se caracteriza por la falta de deseo, la desgana, el aburrimiento y el desprecio por los gustos del vulgo.  La corriente asociada al dandi se denomina «dandismo» y tuvo su origen en la sociedad inglesa de finales del siglo XVIII.
El movimiento dandi es una doctrina de la elegancia, de la finura y la originalidad. Su estilo afecta sobre todo al lenguaje y la vestimenta.
La definición de un dandi podría ser la de un hombre de andares preciosos, original y rebuscado, y de lenguaje escogido. Pero el dandismo no es una estética fija, sino más bien proteica. Se le suele considerar como un ejemplo de elegancia, saber estar, clase, porte, estilo, buenas maneras, una persona educada y cultivada.
El dandismo constituye también una metafísica, una postura particular respecto a la cuestión del ser y del aparecer, así como a la modernidad. Numerosos autores, la mayoría de las veces ellos mismos dandys, se interrogaron sobre su sentido. Así, en un contexto de decadencia, Baudelaire identifica el dandismo como la última hazaña posible, una búsqueda de distinción y de nobleza, de una aristeia ('excelencia') de la apariencia. A menudo identificado, sin razón, como una simple frivolidad, antes bien el dandismo es concebido por sus practicantes, sobre todo en el siglo XIX, como una ascesis y una disciplina extremadamente rígida y exigente.
El dandi más famoso fue Georges Brummell, también llamado «beau Brummell» ('bello Brummell'), árbitro de la elegancia en la corte inglesa. Sus más conocidos herederos fueron Barbey d'Aurevilly y Baudelaire en Francia, y Oscar Wilde en la misma Inglaterra.



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