"Ni rastros de ellos, ¡Los devoró la selva!"...
con esas palabras termina la novela La Vorágine de Eustasio Rivera. Valioso epílogo que condensa con gran vigor la característica principal del protagonista de la novela de la tierra: La selva inhumana y feroz.
La novela de la tierra, como la denominó Arturo Torres
Rioseco, ha sido cultivada por los escritores hispanoamericanos desde Bolivia hasta
el Brasil.
La novela prototipo es precisamente La Vorágine del colombiano Eustasio Rivera.
Escribe de la tierra con un apasionamiento propio que la conoce, porque ha
vivido en ella, porque viajó a través de ella cuando fue miembro de la comisión
de límites venezolano-colombianos.
En ella contrajo el beri beri. Fué amenazado por el hambre, la sed, la fiebre y
el tormento de los mosquitos.
Rivera presenta en ella el honor y la violencia,
el desorden y la lucha titánica del hombre por
la supervivencia; Nada de ruiseñores enamorados, nada de jardín versallesco
nada de panoramas sentimentales. Aquí los responsos de sapos hidrópicos, aquí
las malezas de cerros misantrópicos, los rebalses de caños podridos. Aquí la
parásita afrodisiaca que llena el suelo de
abejas muertas; la diversidad de flores inmundas que se contraen con sexuales
palpitaciones y su olor pegajoso emborracha como una droga,
la liana maligna cuya pelusa enceguese a los animales,
la pringamosa que inflama la piel,
la pepa del curujú que parece irisado globo y sólo contiene ceniza cáustica, la
uva purgante, el corozo amargo.
La novela pinta la vida de los caucheros y la inicua
explotación de los indios y mestizos que son esclavizados en el infierno verde.
En las descripciones de la selva, Rivera se muestra con pupila de poeta observador,
y logra captar todos los detalles con extraordinario lirismo, y maravilla al
lector, atónito ante la indómita naturaleza. Sigue en todo la teoría determinista,
en esa lucha epopéyica del hombre contra la naturaleza. Lucha a muerte en
selva y llano.
El otro gran representante de la llamada novela de la tierra es el venezolano Romulo Gallegos cuya obra magistral es Doña Bárbara, novela que ha sido reeditada más de cuarenta veces. Doña Bárbara representa aquella
Venezuela cruel, insensible por la corrupción, traición, despotismo, falta de
libertad, latifundismo e injusticia y brujería; pero en el melodrama se muestra
que en la realidad existía también una raza buena que ama, sufre y espera para
luchar contra la dictadura desenfrenada de aquel entonces, gente
representada por Santos Luzardo.
Es una novela realista, hay
en ella una observación profunda del mundo, una marcada descripción de una
realidad, su intención va más allá de lo literario. Persigue un fin social, un cambio
en la sociedad, la obra muestra la clásica y casi compulsiva obsesión de Rómulo
Gallegos por incidir en la realidad venezolana rural, salvaje e insensata del siglo
XIX mediante un proyecto civilizador que plantee, en primera instancia, un
impulso educativo abrasador, proyectado por una sociedad o un hombre
intelectual cuya meta es concientizar al bárbaro, luego de la negativa inicial
que la única manera de progreso es el cumplimiento de la ley y que existen
mecanismos colectivos de bien común que van más allá de simples personalismos e
instintos particulares. Gallegos plantea, pues, una solución al caudillismo.
Este es el trailer de la película Doña Bárbara que espero podamos ver al final del período...ahí se los dejo para que se antojen.
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